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Medicina de los ciclos.

Cuando el año se despide, no es solo el calendario el que cambia. es la piel del alma la que se renueva. El tiempo no se va, se transforma. Y tú, cami

Ser íntegro
Haz lento mi paso
Sombras en el sendero

Cuando el año se despide, no es solo el calendario el que cambia. es la piel del alma la que se renueva. El tiempo no se va, se transforma. Y tú, caminante de mundos visibles e invisibles, estás llamado a cerrar con ceremonia lo que ya cumplió su propósito.

Cada historia que viviste este año fue medicina. Algunas dulces, otras amargas, pero todas necesarias. Honra cada una. Escríbelas en hojas de maíz, quémalas con copal, y deja que el humo lleve al cielo tu gratitud y tu renuncia. No arrastres lo que ya no vibra contigo. El pasado no es enemigo, pero tampoco es guía. Es abono. Y tú eres semilla nueva.

Cerrar no es olvidar. Es liberar. Es decir. “Gracias, ya aprendí. Ahora suelto.”

Hazlo con fuego, con agua, con tierra o con viento.

Hazlo con danza, con llanto, con silencio o con canto.

Pero hazlo. Porque si no cierras, no puedes abrir.

Estás por entrar en un nuevo ciclo solar.

Las historias que vienen aún no tienen nombre, pero ya tienen espacio. No lo contamines con sombras viejas.

Haz espacio en tu altar, en tu cuerpo, en tu mente.

Que lo nuevo encuentre un lugar limpio, sagrado, dispuesto.

Que el águila del espíritu se eleve.

Que el jaguar del tiempo te proteja.

Que el colibrí del corazón te recuerde que lo pequeño también es un milagro.

Y que tú, chamán de tu propia vida, sepas cerrar con amor y abrir con poder.

Este no es solo el fin de un año.

Es el portal hacia una versión más sabia de ti.

Haz del cierre un ritual.

Haz del inicio una ceremonia.

Haz de tu vida un canto medicinal.