De opositor desafiante a funcionario ofendido: Noroña exige disculpa pública a ciudadano que lo increpó en el AICM

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De opositor desafiante a funcionario ofendido: Noroña exige disculpa pública a ciudadano que lo increpó en el AICM

Por Redacción | 20 de mayo de 2025.- En un hecho sin precedentes recientes, el abogado Carlos Velázquez de León Obregón ofreció una disculpa pública a

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Por Redacción | 20 de mayo de 2025.- En un hecho sin precedentes recientes, el abogado Carlos Velázquez de León Obregón ofreció una disculpa pública al presidente de la Mesa Directiva del Senado, Gerardo Fernández Noroña, luego de haberlo increpado en septiembre de 2024 en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). El evento, que fue transmitido en vivo desde el propio Senado, ha generado una ola de críticas tanto por su contenido como por el simbolismo de un ciudadano rindiendo cuentas públicamente ante un funcionario.

La escena —un ciudadano leyendo una carta de disculpa con tono solemne, flanqueado por el senador morenista y cámaras institucionales— fue calificada por periodistas, senadores y analistas como un acto desproporcionado y un ejercicio del poder que recuerda más a la escenografía del autoritarismo que a la justicia restaurativa.

Lo que ha causado mayor revuelo es el contraste entre este episodio y la trayectoria pública de Fernández Noroña. Durante años, como diputado y figura clave de la izquierda, el ahora presidente del Senado se caracterizó precisamente por increpar a funcionarios, insultarlos desde tribunas, irrumpir en eventos públicos y manifestarse con dureza —todo en nombre de la libertad de expresión y la denuncia contra el poder.

Hoy, con el poder en sus manos, Noroña ha activado el aparato jurídico del Senado para litigar un altercado verbal, convertirlo en asunto penal, y sentar a un ciudadano en el banquillo de la vergüenza pública. ¿El motivo? Ser agredido, según su versión, con insultos y un forcejeo durante un encuentro casual en una sala VIP del aeropuerto.

Noroña denunció que Velázquez lo insultó, le arrebató el teléfono mientras era grabado y lo empujó en varias ocasiones. El Senado, en reacción, interpuso una denuncia penal ante el Ministerio Público. Meses después, tras una propuesta de conciliación del propio ciudadano, el senador aceptó la disculpa, que fue formalizada el domingo 19 de mayo en las oficinas del Senado.

El evento que dividió opiniones

“Me dirijo a usted con el respeto que me merece su investidura y su persona, para ofrecerle una sincera y profunda disculpa por los acontecimientos ocurridos el pasado 20 de septiembre”, leyó Carlos Velázquez ante cámaras y funcionarios. Reconoció que su conducta fue “inaceptable” y contraria a los principios que guían su vida personal y profesional.

Fernández Noroña aceptó la disculpa y reiteró que “nadie tiene derecho a pasar por encima de la dignidad de otro ser humano”. Señaló que la disculpa pública sienta un precedente importante.

Pero no todos lo vieron así. La periodista Leti Robles Rosa publicó el video y lo calificó como un “hecho inédito” que parecía una humillación pública más que un acto de reconciliación. La senadora Lilly Téllez lo llamó “ridículo”, mientras que comunicadores como Joaquín López-Dóriga y Georgina Olson cuestionaron que el Senado se haya prestado para un acto de este tipo.

Noroña respondió con dureza: llamó hipócritas a sus críticos y sostuvo que la agresión en su contra fue minimizada por los medios. “Pero si tú le señalas una mentira a ciertos periodistas, se tiran al piso y se dicen agredidos. Pero que te agredan físicamente les parece lo más natural del mundo”, dijo en un video.

¿Justicia o escarmiento?

El fondo del debate no está en si el ciudadano actuó mal —él mismo lo reconoció y se disculpó—, sino en el uso de los recursos institucionales para transformar un altercado personal en un juicio moral televisado. Para muchos, el gesto tuvo más de escarmiento que de reconciliación.

Peor aún, se percibe como un doble estándar de quien, durante años, defendió con vehemencia el derecho a protestar, increpar y desobedecer frente al poder. Ahora que lo ostenta, Fernández Noroña parece intolerante a esas mismas formas de disidencia que antes enarbolaba.

La pregunta que queda en el aire es: ¿el respeto a la investidura justifica el uso de recursos públicos y de presión institucional sobre un ciudadano por una confrontación en un espacio privado? ¿Y qué precedentes sienta esto para futuros roces entre ciudadanos y funcionarios?

Lo que queda claro es que el episodio no sólo exhibe un conflicto personal, sino una forma de ejercer el poder que muchos creían superada.