La Selección Mexicana ilusionó con dos victorias, seis puntos que supieron a gloria pero que aún no garantizaban nada. Esta vez se jugaba la vida a
La Selección Mexicana ilusionó con dos victorias, seis puntos que supieron a gloria pero que aún no garantizaban nada.
Esta vez se jugaba la vida ante Suecia. El Fan Fest de Moscú se convirtió en una sucursal de la Arena Ekaterimburgo.
Los rostros mexicanos que llegaron a Moscú emanaban esperanzas. Conforme el encuentro avanzaba, la afición cambiaba su semblante, la incertidumbre y el miedo se hicieron presentes.
Mientras el conjunto azteca mostraba pequeñas opciones de gol, pero ninguna en concreto, el silencio y la frustración se hicieron presentes.
El medio tiempo sirvió para alentar al combinado nacional con el grito de “¡Venga México!”; pero tras llegar el primer tanto de Suecia, el panorama cambió y el silencio invadió el lugar.
Los nervios estuvieron al filo de la butaca, pero tras el penal y el tercer gol, la angustia reinó entre los asistentes. Y el partido entre Alemania y Corea cobró mayor relevancia. El llanto, los rezos y hasta la molestia eran contantes en la afición azteca.
Tras caer el primer gol de Corea, los seguidores mexicanos cambiaron el semblante y todo se convirtió en alegría. Suecos y mexicanos se fundieron en un festejo emotivo. Los octavos de final los esperan.